ROJO ACHIOTE HYCA GENTE PIEDRA

Una de las responsabilidades políticas más importantes de los líderes de este territorio era mantener el mundo en equilibrio y en funcionamiento. ¿Cómo se lograba eso? Mediante reglas de comportamiento muy estrictas y haciendo ofrendas permanentemente. Estas últimas estaban destinadas a mantener en equilibrio un mundo frágil. Esa fragilidad de la relación entre los humanos y la naturaleza, era alimentada regularmente, según un calendario anual de ofrendas al inframundo. La ofrenda renueva la relación con la montaña, el río, la piedra o el árbol y ahí está el secreto de una vida saludable.  Las piedras, que en Muisca se llamaban «hyca»,  se consideran gente y como tal, sagradas. Hunzahúa y su hermana, por ejemplo,  al paso por el Salto del Tequendama, quedaron convertidos en dos piedras en el lecho del río. Al morir algunas personas se convirtieron en piedras. Y esa gente piedra tiene la capacidad de comunicarse  con las humanas. Hablan en lenguaje de piedra y sus ideas de piedra reverberan en el agua de las células, reconfiguran la información en las mitocondrias  y se materializan en ideas, visiones y palabras nuevas.

Visitar un pictograma marca un punto en un territorio sensorial y borda un mapa de memorias. Lo indescifrable , lo que produce extrañamiento, nos sitúa en una temporalidad extraordinaria. Una que abre caminos no contemplados.

Cuando se entierra una guaca se guarda también un rito. Los objetos que se encuentran fueron parte esencial de un diseño ceremonial. Lo que imaginamos sobre ese rito es el mismo. Y de ese rito nacerá un mito nuevo.

Mientras nos hacemos mil preguntas, corre sangre por las venas.