Los pictogramas en las piedras de la sabana son un tesoro multidimensional que abre archivos antiguos enterrados en la psique. Esos dibujos aparentemente impenetrables son en realidad códigos de realidad aumentada. El ejercicio de descifrarlos, contemplarlos , adivinarlos, despierta información no verbal en nuestro ADN. Al imaginar el significado de tal o cual dibujo, se renueva la relación con un lugar específico y se amplía nuestra capacidad de imaginar. Esa información renovada, navegará en nuestra sangre.
Todas las piedras de la sabana de Bogotá están comunicadas en el subsuelo por el micelio de los hongos, que va de guaca en guaca recolectando información sobre nuestras antepasadas. Los mensajes encriptados salen a la superficie en las piedras pintadas. El culto a lo horizontal y al inframundo, honrar el misterio o lo que no vemos, indagar en la oscuridad, enterrar lo más sagrado, son características de los habitantes de esto que ahora es Bogotá. Del conquistador heredamos el miedo al inframundo. El Diablo , Rojo.Miedo a un entierro con un atado de pelos o un muñeco de cera con polvo de carayuru. Miedo a la hechicera , a la bruja que usa su sangre como remedio. Miedo al arte del origen, miedo al arte andino. Miedo a los altares secretos.
Miedo a las guacas.